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Empatizar para comunicar
En la lejana Sudáfrica, en una carretera cercana a Kruger, existe un centro de rehabilitación de especies llamado Hoedspruit Endangered Species Centre. En sus instalaciones curan, con el objetivo de reintroducirlos en la naturaleza, si es posible, a guepardos, leones, buitres, perros salvajes o rinocerontes. Llevar a cabo esa tarea conlleva numerosos gastos. Pero en los últimos años el centro cuenta con una importante ayuda: las redes sociales. Muchas personas colaboran con este centro gracias al altavoz que suponen redes como Facebook, Twitter, Instagram o YouTube. Debido a los numerosos post y tweets que el centro emite cada día, de todas partes del planeta les llega financiación para estos animales. ¿Por qué? Sin duda, por la labor de acercamiento que proporcionan las redes sociales.
Multitasking with #Matimba pic.twitter.com/OX0n22qFNG
— HESC (@Cheetah_Centre) noviembre 29, 2014
Las personas empatizan con las causas y objetivos que defienden estas organizaciones gracias a la cercanía que proporciona tener información día a día, poder ver fotos y vídeos, leer historias…. Eso no habría sido posible hace 15 años. Empatizar para comunicar. Es la clave. Si no hubieran existido estos canales de comunicación, muchos turistas que hoy día son donantes económicos de este centro probablemente no lo serían, y no porque no quisieran ayudar sino porque, en el trajín de la vida diaria, a la vuelta del viaje, se les habría olvidado la existencia de este centro tan alejado de su casa.
Las organizaciones no gubernamentales deben saber aprovechar al máximo la oportunidad que las redes les brindan para conectar con las personas. En contextos de crisis como los actuales, seguir manteniendo el interés y facilitar la empatía es fundamental y eso no se consigue haciendo socios por la calle. Para este cometido, Internet es la vía. Otro ejemplo de éxito en este tipo de comunicación es la Fundación Josep Carreras contra la leucemia. En sus redes no cesan de subir testimonios, normalmente positivos, de personas que han sufrido alguna enfermedad de la sangre. Son tan cercanos que no puedes dejar de leerlos. Poco a poco, el mensaje va calando. Dona médula, dona médula. Por cierto, en septiembre del año pasado el número de inscritos como donantes de médula creció un 30 % con respecto al año anterior.
Perdida en la opinión pública
Recientemente fui al cine para ver la nueva película de David Fincher: Perdida, Gone Girl, un thriller redondo, que te mantiene pegado a la butaca por más de dos horas y sin pestañear. Un matrimonio sin hijos, que está pasando por un momento de crisis, comienza a jugar a la manipulación, no sólo entre ellos sino con la opinión pública a través de los medios de comunicación. Aunque la trama principal de la película es otra (que no quiero desarrollar para no haceros spoilers), me llamó poderosamente la atención el papel que juegan en el guión los periodistas, los líderes de opinión, las redes sociales y el manejo de la imagen pública.
Por mi profesión, es inevitable profundizar en este tema cuando una película lo expone como parte de su historia. Además es un aspecto que Fincher se toma muy en serio: recordemos que es el mismo director de La Red Social, película que también analizamos en este blog. Un descontextualizado selfie induce a que el protagonista sea odiado por momentos. La presión hecha por periodistas, líderes de opinión, provoca que todos nos formemos una equivocada idea de la realidad. Gracias a estas matrices de opinión, potenciadas por las redes sociales en las que se nos permite opinar sin ningún tipo de control, se logra distorsionar la realidad, haciendo al bueno, malo, y al malo, bueno.
Tanto en la vida individual como en las empresas, la imagen es importante. Si eres bueno, tienes que saber comunicarlo. Por esto que es importante contar con profesionales de la comunicación, que puedan asesorar sobre cuál es la mejor manera de cuidar nuestra imagen. Los directivos de las empresas deben aprender a enfrentarse con una rueda de prensa, una entrevista con periodista, afrontar momentos de crisis, etc. Pero sobre todas las cosas, las empresas, como el protagonista, deben basar su discurso en la honestidad y no intentar ‘vender’ lo que no es.
Chicote: Su texto y su contexto
Comí recientemente con el cocinero Alberto Chicote. Coincidimos con motivo de haber sido galardonado con uno de los Premios Nécora’ 13, que anualmente concede la bella villa cántabra de Noja a los destacados comunicadores de viajes y gastronomía. Para mí fue toda una experiencia observar con qué puntualidad iba gestionando su Twitter mientras comíamos. Principalmente porque, dado el reconocido prestigio de que goza en su trabajo y la fama que exalta a los protagonistas televisivos, su terminal telefónico no dejó de trinar. ¿Un asistente para gestionar las redes sociales? Nada de community manager. Chicote quiere “negociar” personalmente su texto, especialmente el twittero. Vibra con la comunicación candente. Pero como todo amante de su oficio, también intenta manejar el contexto de sus relaciones sociales “interneteras”. Tanto como el calor del fugaz contacto proporcionado por el escueto trino en la red del pájaro (“texto”), al chef, que esta semana vuelve al primer plano televisivo, le encanta explayarse en su magistratura de los fogones. Porque Chicote, todo un animal de la comunicación hasta con la boca cerrada, brilla especialmente en el “contexto”, cuando explica lo que sabe y hace. ¡Todo un practicante de las redes sociales con «texto» y «contexto»!
IPPI Comunicación
Con lupa. El blog de IPPI Comunicación 